La ilusión de superioridad: Cómo la ignorancia puede llevar a la arrogancia

En 1995, los psicólogos David Dunning y Justin Kruger se sorprendieron al conocer un hecho ocurrido en Estados Unidos: dos hombres atracaron dos bancos a cara descubierta y cuando uno de ellos fue detenido, no podía creer que hubiera sido descubierto. Al ver las grabaciones, el sujeto se quedó estupefacto al verse en la pantalla y no podía salir de su asombro cómo no había funcionado su plan “perfecto” de pasar zumo de limón por la cara para no ser reconocido (el zumo de limón se utiliza como tinta invisible, por ello pensaron que si se lo aplicaban en la cara se volverían invisibles).

Fascinados por este suceso, David Dunning y Justin Kruger decidieron estudiar los procesos psicológicos que se escondían detrás del mismo, dando lugar al efecto Dunning-Kruger. Este fenómeno metacognitivo se refiere a la tendencia de personas incompetentes a sobrevalorar sus habilidades y tener una ilusión de superioridad, mientras que las personas más competentes tienden a minimizar sus logros.

Las personas afectadas por el efecto Dunning-Kruger suelen rodearse de individuos similares y no valoran los logros ajenos. Además, son poco propensas a dejarse aconsejar y no cambian de opinión, ya que piensan que siempre tienen la razón.

La mejor forma de hacer frente a este fenómeno es observar y aprender de las personas que nos rodean. En lugar de caer en la mediocridad y la incompetencia, es importante valorar a nuestros compañeros, ser capaces de cambiar de opinión, ser humildes, escuchar y aprender continuamente, trabajar en equipo, delegar, establecer objetivos realistas y centrarnos en el resultado, no en nuestros propios éxitos.

En resumen, el efecto Dunning-Kruger puede ser un obstáculo para el desarrollo personal y profesional, pero al comprender sus implicaciones, podemos aprender a superarlo y mejorar como personas.

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“Nunca discutas con un idiota, te rebajará a su nivel y te ganará por su experiencia”.   (Mark Twain)